Hace ya un par de semanas estuve en Madrid viendo a mi
equipo, el Club Atlético Osasuna, jugar ante el Real Madrid.
Era la despedida de la temporada y, gracias a Dios, se
trataba de un partido intrascendente ya que habíamos certificado la salvación
la semana anterior en un agónico partido en casa ante el Sevilla (¡cómo
sufrimos! y ¡cómo nos la gozamos finalmente!). El Madrid, por otro lado,
tampoco se jugaba nada, así que era un partido idóneo para poder visitar un
templo futbolístico como el Santiago Bernabéu. Un amigo mío consiguió un par de
abonos, así que la entrada era gratuita. No podía pedir más…
Yo había estado una vez en el Santiago Bernabéu pero fue en
una visita guiada por el estadio y, claro, no es lo mismo que ver el estadio
lleno y en un partido. En cualquier caso, tampoco fue el ambiente de las
grandes ocasiones (el de las grandes noches de Champions o de los duelos contra
Barça o Atlético): el ambiente que me encontré fue más bien frío y con una
crispación que intentaré definir en las próximas líneas.
Como ya sabemos, era el último partido de José Mourinho en
el Real Madrid (y en el Santiago Bernabéu) y, como era de esperar, había una
gran división de opiniones entre los detractores y los seguidores del luso.
Tras tres temporadas en el banquillo merengue, el balance puramente
futbolístico y de resultados del de Setubal es discutible, pero lo que nadie
puede discutir es que es un técnico polémico y sus 3 años en Chamartín no han
sido una excepción. Como suele ocurrir con personajes tan carismáticos, en
estos 3 años se ha ganado una gran legión de seguidores pero también una gran
legión de detractores ENTRE SU PROPIO PÚBLICO. Uno puede esperar que alguien
del Madrid se gane una gran legión de detractores entre sus rivales o personas
no afines al club blanco, pero lo que es más difícil de explicar es ganarse
estos detractores entre los propios seguidores del equipo…
No voy a entrar a valorar si tiene más detractores o
seguidores o si acaso es justo que tenga esos detractores / seguidores.
Simplemente diré que por lo que yo percibí en el campo en la presentación de los jugadores y técnico, el tema está más o menos al 50%.
Obviamente, los pitidos siempre se hacen notar más que los aplausos, pero la sensación que yo tuve en el estadio es que había una división enorme en el madridismo en torno a su persona. También es cierto que después durante el transcurso del partido hubo varias ocasiones en que gran parte del estadio (ya digo, en torno a un 50%) aplaudía cuando los Ultra Sur arrancaban cánticos a favor de su persona y en torno a unas 10000 personas parece que se quedaron a la finalización del encuentro para despedir al luso.
Obviamente, los pitidos siempre se hacen notar más que los aplausos, pero la sensación que yo tuve en el estadio es que había una división enorme en el madridismo en torno a su persona. También es cierto que después durante el transcurso del partido hubo varias ocasiones en que gran parte del estadio (ya digo, en torno a un 50%) aplaudía cuando los Ultra Sur arrancaban cánticos a favor de su persona y en torno a unas 10000 personas parece que se quedaron a la finalización del encuentro para despedir al luso.
Respecto al partido, la verdad es que tampoco tuvo demasiada
historia. Parecía más un amistoso que un partido de alta competición. Aun así,
me gustó y bastante Osasuna. Probablemente fue de los mejores partidos del
equipo fuera de casa: con criterio a la hora de mover el balón y llegando con
asiduidad a posiciones de remate. Me gustó especialmente el partido del
canterano Roberto Torres, que volvió loco a su pareja de baile (en la primera
parte Callejón y en la segunda Arbeloa).
Pero incluso jugando bien y ante un Madrid que nada se
jugaba, perdimos 4-2… El Madrid se puso por delante 2-0 con goles de Higuaín y
Essien en la primera parte; Torres y Cejudo empataron en el arranque de la
segunda mitad; pero Benzema y Callejón acabaron cerrando el encuentro.
El partido sirvió también para despedir al gran Ricardo
López de las porterías del fútbol profesional. Me pongo en pie ante ti, Richi.
De este modo, ya son 4 los estadios de primera división que he visitado viendo jugar a Osasuna: el Calderón, Getafe, Anoeta y ahora el Bernabéu. Bien es cierto que en frente estaba Osasuna, pero la sensación que me queda es que las aficiones de estos 4 equipos son mucho peores que la nuestra y que el ambiente que se genera en el campo es infinitamente superior en el Sadar que en cualquiera de estos estadios.
De este modo, ya son 4 los estadios de primera división que he visitado viendo jugar a Osasuna: el Calderón, Getafe, Anoeta y ahora el Bernabéu. Bien es cierto que en frente estaba Osasuna, pero la sensación que me queda es que las aficiones de estos 4 equipos son mucho peores que la nuestra y que el ambiente que se genera en el campo es infinitamente superior en el Sadar que en cualquiera de estos estadios.
¡Dicho queda!
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