martes, 18 de junio de 2013

Mi visita al Bernabéu

Hace ya un par de semanas estuve en Madrid viendo a mi equipo, el Club Atlético Osasuna, jugar ante el Real Madrid.

Era la despedida de la temporada y, gracias a Dios, se trataba de un partido intrascendente ya que habíamos certificado la salvación la semana anterior en un agónico partido en casa ante el Sevilla (¡cómo sufrimos! y ¡cómo nos la gozamos finalmente!). El Madrid, por otro lado, tampoco se jugaba nada, así que era un partido idóneo para poder visitar un templo futbolístico como el Santiago Bernabéu. Un amigo mío consiguió un par de abonos, así que la entrada era gratuita. No podía pedir más…

Yo había estado una vez en el Santiago Bernabéu pero fue en una visita guiada por el estadio y, claro, no es lo mismo que ver el estadio lleno y en un partido. En cualquier caso, tampoco fue el ambiente de las grandes ocasiones (el de las grandes noches de Champions o de los duelos contra Barça o Atlético): el ambiente que me encontré fue más bien frío y con una crispación que intentaré definir en las próximas líneas.

Como ya sabemos, era el último partido de José Mourinho en el Real Madrid (y en el Santiago Bernabéu) y, como era de esperar, había una gran división de opiniones entre los detractores y los seguidores del luso. Tras tres temporadas en el banquillo merengue, el balance puramente futbolístico y de resultados del de Setubal es discutible, pero lo que nadie puede discutir es que es un técnico polémico y sus 3 años en Chamartín no han sido una excepción. Como suele ocurrir con personajes tan carismáticos, en estos 3 años se ha ganado una gran legión de seguidores pero también una gran legión de detractores ENTRE SU PROPIO PÚBLICO. Uno puede esperar que alguien del Madrid se gane una gran legión de detractores entre sus rivales o personas no afines al club blanco, pero lo que es más difícil de explicar es ganarse estos detractores entre los propios seguidores del equipo…

No voy a entrar a valorar si tiene más detractores o seguidores o si acaso es justo que tenga esos detractores / seguidores. Simplemente diré que por lo que yo percibí en el campo en la presentación de los jugadores y técnico,  el tema está más o menos al 50%.

Obviamente, los pitidos siempre se hacen notar más que los aplausos, pero la sensación que yo tuve en el estadio es que había una división enorme en el madridismo en torno a su persona. También es cierto que después durante el transcurso del partido hubo varias ocasiones en que gran parte del estadio (ya digo, en torno a un 50%) aplaudía cuando los Ultra Sur arrancaban cánticos a favor de su persona y en torno a unas 10000 personas parece que se quedaron a la finalización del encuentro para despedir al luso.

Respecto al partido, la verdad es que tampoco tuvo demasiada historia. Parecía más un amistoso que un partido de alta competición. Aun así, me gustó y bastante Osasuna. Probablemente fue de los mejores partidos del equipo fuera de casa: con criterio a la hora de mover el balón y llegando con asiduidad a posiciones de remate. Me gustó especialmente el partido del canterano Roberto Torres, que volvió loco a su pareja de baile (en la primera parte Callejón y en la segunda Arbeloa).

Pero incluso jugando bien y ante un Madrid que nada se jugaba, perdimos 4-2… El Madrid se puso por delante 2-0 con goles de Higuaín y Essien en la primera parte; Torres y Cejudo empataron en el arranque de la segunda mitad; pero Benzema y Callejón acabaron cerrando el encuentro.

El partido sirvió también para despedir al gran Ricardo López de las porterías del fútbol profesional. Me pongo en pie ante ti, Richi.

De este modo, ya son 4 los estadios de primera división que he visitado viendo jugar a Osasuna: el Calderón, Getafe, Anoeta y ahora el Bernabéu. Bien es cierto que en frente estaba Osasuna, pero la sensación que me queda es que las aficiones de estos 4 equipos son mucho peores que la nuestra y que el ambiente que se genera en el campo es infinitamente superior en el Sadar que en cualquiera de estos estadios.

¡Dicho queda!

jueves, 6 de junio de 2013

Ya no quiero ser español

Este NO es un artículo de opinión político. Quiero recalcar esto antes de profundizar en la idea que aquí quiero exponer:

Nunca he sido un patriota. Nunca he creído en "ser de..." o "pertenecer a...". Siempre he tenido la impresión de que los patriotismos son algo que tenía sentido en otras épocas en las que los conceptos de globalización como tal no existían. Hoy en día que puedes hablar, escuchar e incluso ver a personas que se encuentran en la otra punta del plantea, creo que los patriotismos tienen mucho menos sentido: ya no eres de un país en concreto, si no que hemos pasado a ser de un grupo de países (UE), un continente (Europa) o incluso del mundo a secas.  Eso que vaya por delante.

Sin embargo, la realidad es que (nos guste más o menos y sin ningún contenido político en el mensaje), somos de España, trabajamos en España y vivimos en España.

Pues bien, el otro día un par de artículos de opinión muy interesantes que me hicieron llegar a la contundente conclusión expuesta en el título: ya no quiero ser español. Los artículos, por cierto, por si a alguien le interesan son Paraguas de lunares del blog Ersten Mal. Zweiten Bien de un amigo personal llamado Kelzo (quien demuestra que para escribir bien no hace falta dedicarse a ello) y El síndrome Lord Jim de un tal Arturo Pérez Reverte (a alguno le sonará).

En realidad, no es que no quiera ser español (ya he dicho que no es algo que se pueda elegir), si no que no quiero ser el tipo de español que caracterizan ambos autores (para mí, de manera acertadísima) en esa cajera de supermercados huraña y sin modales. Creo que es conveniente retomar la educación perdida hace ya un tiempo atrás y comenzar a usar esas palabras olvidadas como "por favor", "gracias" o "usted". Y creo que es si cabe más importante recuperar la sociabilidad inherente al ser humano y que en España parece que hemos perdido (sobre todo en el norte, he de apuntar). En este sentido, me encanta la frase que en su día leí  (no recuerdo a quién): "el hombre es un ser social por naturaleza".

Eso quiero decir cuando digo que ya no quiero ser español. Una frase que suena contundente pero que en realidad vendría a querer decir: "quiero cambiar el concepto de español que se tiene en el mundo". Pero claro, eso no sonaría tan impactante, ¿verdad?.

¡Dicho queda!

miércoles, 5 de junio de 2013

¿Eramos más felices sin WhatsApp?

Lanzo la pregunta al aire aunque yo tengo clara mi respuesta: NO. Y eso que tradicionalmente he sido siempre un "anticuado" en esto de las nuevas tecnologías (¡manda huevos que sea ingeniero de telecomunicación!): no tuve mi primer teléfono móvil ni mi primer smartphone (y, por ende, mi primer contacto con WhatsApp) hasta mucho después que el resto de mis amigos. Fui el último. Me negaba... ¡Juventud!

Partiendo de la base de que WhatsApp es una aplicación bestial (sólo de pensar la cantidad de SMS a razón de 0,17 € por mensaje que habré mandado...), he de reconocer que muchas veces dan ganas de borrar la aplicación. Especialmente si el smartphone del que dispones no es de lo más potentes del mercado y el relojito de arena comienza a aparecer con asiduidad o después de un día duro de trabajo te encuentras con 300 whatsapps sin leer... Pero todo esto se debe al mal uso que le damos a la aplicación.

La aplicación a modo individual funciona perfectamente y es un sustituto ideal del SMS (sólo tiene una desventaja y es que necesitas tener acceso a Internet, aunque eso hoy en día no es problema). Pero es que además permite escribir mensajes al concepto de "Grupo": es decir, mandas un texto e inmediatamente le llega a todos las personas del grupo. Si a todo esto le unes que permite adjuntar archivos (imágenes/audios/vídeos), te haces una idea del potencial de la aplicación. Pero creo que todos debemos tener en cuenta una serie de cuestiones a la hora de utilizar el WhatsApp en modo "Grupo":
  1. Lo que no puede ser es que se discutan detalles de eventos importantes (la comida de San Fermín, el viaje de vacaciones a Ibiza, ...) por Whatsapp. ERROR.
  2. Tampoco puede utilizarse para hacer una votación. ERROR.
  3. Tampoco para dar mensajes importantes o discusiones de índole profunda porque puede que pasen desapercibidos al interesado. ERROR
En esos 3 flagrantes casos (y seguro que hay muchos más) lo más posible que vaya a pasar es que alguno de tus amigos no esté atento al móvil en el momento en que la "tormenta" se desencadena y cuando quiere darse cuenta se encuentra con 152 whatsapps sin leer. Sabéis que se hace en ese caso, ¿no?: leer COMO MUCHO los 5 últimos mensajes (probablemente ya nada tengan que ver con la discusión original) y PASAR del tema. ERROR.

Aunque no lo creamos, existen medios alternativos (correo, Doodle, llamada, ...), que probablemente sean más adecuados en cada uno de esos casos.

Entonces, ¿para qué sirve WhatsApp?. Yo lo tengo claro: para esas conversaciones absurdas surgidas del puro aburrimiento o para esas imágenes y vídeos graciosos, o asquerosos, o subidos de tono que nos alegran diariamente. Lo sé, probablemente el creador de WhatsApp no lo hizo con esta finalidad, pero creo que es una finalidad tan digna (y rentable) como cualquier otra.

¡Dicho queda!

lunes, 3 de junio de 2013

Breve Introducción

Llevo ya varios días dándole vueltas a la idea: necesito expresar mis ideas y necesito hacerlo ya. Porque sí, este será un sitio en el que exprese las ideas (absurdas o no tan absurdas) que se me pasen por la cabeza, o en el que escriba esas cosas (sorprendentes o no sorprendentes) que me ocurran en mi vida diaria. Y sí, habrá opinión futbolera como gran amante de este deporte que soy. Eso sí, espero ser breve en mi exposición...

He leído últimamente textos realmente brillantes en sitios tan diversos como prensa, blogs, facebook, un disco de música o incluso un panfleto publicitario. Todos estos textos me han hecho recapacitar y me han hecho decidirme a comenzar a escribir yo también. No espero textos brillantes ni lectores ávidos de nuevas entregas. Sólo espero dentro de unos años poder echar la vista atrás y "echarme unas risas" recordando...

Así pues, a las 18:26 de un 3 junio de 2013, desde el bucólico paraje del Parador de Ribadeo, queda oficialmente abierto el blog... ¡Sois todos bienvenidos!