domingo, 18 de octubre de 2015

Los domingos de mierda

Domingo. Buffff. Un domingo más fuera de casa. Pereza. No sé por qué pero nunca me han gustado los domingos. Para mí son, de largo, el día más difícil de la semana. Especialmente, cuando estás lejos de tu casa y lejos de tu gente.

Creo que, en el tipo de vida laboral que llevo, lo peor de un domingo fuera es, aunque suene raro, no trabajar. El resto de dias al menos tienes esa dinámica de levantarte, desayunar, subir a parque a trabajar y, con el agobio del curro, "haces" el día con mayor o menor gloria...
 
Pero un domingo como hoy... qué haces? Te levantas (por desgracia) más pronto de lo que te hubiese gustado (maldito Morfeo!) y lo único que te viene a la mente es: por qué estoy aquí? para qué? merece la pena?
 
El otro día escribí esas mismas preguntas en mi Facebook y mis amigos (los de verdad) se preocuparon por mí. No hacía falta, pero se agradece.
Pues bien, hoy domingo 18 de Octubre de 2015, he decidido darle un poco más a mi ardillita y elaborar un poco el pensamiento detrás de esas preguntas... Y que conste que hoy no será un "domingo de mierda" si no que (espero) será un "domingo de provecho".
 
Comenzaré diciendo que me gustan muchos aspectos de mi vida y de mi trabajo pero el que peor llevo es sin duda el de estar lejos (tanto física como incluso mentalmente) de mi hogar y de mi gente. Antes llevaba mejor este hecho, pero últimamente me afecta más de lo que debería. Especialmente, tampoco sé muy bien por qué, en este último viaje.

Algunos dirán que me estoy haciendo "viejo" (puede ser) o que me estoy volviendo un "ñoñas" ahora que he pasado por la vicaría (también puede ser). Yo creo que es un poco de todo: cansancio, edad, ñoñería no creo jaja... Y también creo que afecta el hecho de haber estado el medio año anterior en casa. A lo bueno, uno se acostumbra rápido.
 
Como decía, no todo es malo (ni mucho menos): conoces nuevas culturas (de una riqueza infinita), gente increíble (alguna de esa gente son personas de las que guardas amistad para toda la vida), vives algunas experiencias únicas (en el día a día, no hace falta hacer nada "especial" para vivirlas). Por resumirlo, te enriquece como persona y te hace darte cuenta de las virtudes y defectos de la vida a la que estamos acostumbrados (vida que, por cierto, muchas veces pensamos que es la única válida y claramente no es así).
 
Lo malo viene cuando las cosas malas "salen a la palestra" más a menudo de lo que deberían y cuándo hay muchos momentos que te haces esas preguntas de por qué?, para qué?, merece la pena?. Porque creo que esta última es la pregunta clave: merece la pena? Personalmente, creo que ha llegado el momento en que la respuesta ha pasado a ser NO.
 
Sé que, probablemente, en unos pocos días, cuando esté de vuelta en casa, me haya olvidado de esta sensación y volveré a caer en el error de no hacer lo que realmente "me pide el cuerpo": plantarme y "poner el huevo" de una vez por todas.
 
Al menos, cuando eso ocurra, tendré estas líneas para recordarme que, aunque en ese momento no lo sienta, volveré a sentir esta sensación de "domingo de mierda". Mientras tanto, trataremos de convertir este último "domingo de mierda" en un "domingo de provecho" a la vez que ya cuento (con los dedos de una mano) los días que me quedan para volver.
 
¡Dicho queda!

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